(...) Sin embargo, otras veces sucede que, de puro agotamiento, me quedo dormido sobre el escritorio y, aunque no debiera, en la profundidad de mis sueños escucho el oleaje de la Mar, y el chapoteo y las risas del aviador y de su novia.
Me imagino que estoy en la playa, con las piernas cruzadas sobre la arena, preguntándome sobre los secretos de la muerte.
Sobre el poder del amor verdadero.